jueves, 16 de diciembre de 2010

Proyecto Escultura

    Espíritu del Valle
                                                                                               Anteproyecto para una escultura

    Aunque estamos inmersos en una concepción mental que damos por «superada» cualquier forma artística anterior», mi propuesta de escultura para un “lugar específico”, consta de dos árboles planos en acero corten oxidado uno y acero brillante el otro.  A pesar de su simplicidad espero no incurrir una falaz ecuación entre esencialidad y simplificación.


  El Árbol que propongo es un árbol fractal. La cuenca hidrográfica es matemáticamente un árbol fractal, así como las cordilleras conformadas por esa mismo curso fluvial.
   El tronco de un árbol, por poner otro ejemplo típico de frac­tal, se ramifica en un número característico de ramas, cada una de las cuales, a su vez, se ramifica en el mismo número de ramas menores, que a su vez se dividen en el mismo número de ramas.
    Las formas encontradas en la naturaleza, - como montañas, franjas costeras, sistemas hidrográficos, nubes, hojas, árboles, vegetales, copos de nieve, y un sinnúmero de otros objetos que no son fácilmente descriptos por la geometría tradicional-, son descriptos (es decir descritos y desencriptados) por la geometría fractal. Esta provee una descripción y una forma de modelo matemático para las aparentemente complicadas formas de la naturaleza. Éstas poseen a veces una remarcable invariancia de simplificación bajo los cambios de la magnificación, propiedad que caracteriza a los fractales.


 Estos se generan mediante un Algoritmo recursivo, es decir por iteración de una operación.
        El árbol fractal que propongo es el más parecido al curso de un río, es decir a la cuenca hidrográfica. Si, como he subrayado en el dibujo adjunto, observamos el vacío entre dos pequeños árboles, veremos que conforman una cordillera. De alguna manera se encuentran configurados los dos términos de una dialéctica natural, la cuenca hidrográfica y su cordillera.



 De alguna manera se puede ver, en esta imagen, el discurrir del “agua” mental, es decir del discurso de nuestros pensamientos. Es como si el «espacio psíquico» encontrara un análo­go en los fractales.  Estas formas pueden servir para captar la estructura fracturada aunque coherente de la conscien­cia humana, cuyo foco de interés puede pasar casi instantánea­mente de las trivialidades de un instante a las verdades eternas del siguiente, conservándose la misma persona en los distintos niveles.  
 Entre una de esos afluentes por la que discurre mi acuático pensamiento, encuentro en su ribera citas del Tao te king que dicen:

Yin Yang
 Conociendo lo masculino, y convirtiéndose en lo femenino,
Se llega a ser la vía a través de la cual se mueve el Mundo,
Lo blando vence a lo duro;
Lo que carece de forma penetra lo impenetrable.
 Realizar la imagen.
El valle y el espíritu del valle nunca mueren. (Valle y espíritu del valle = yin yang)
Ambos forman la madre secreta.
La puerta de la madre secreta es la raíz del cielo y de la tierra.
Sutil, ininterrumpidamente, permanece, perdura.
Se usa pero nunca se consume.
  La Naturaleza espontánea.
La suprema bondad procede como el agua. El agua llega a todas las cosas y las favorece, porque no busca el poder.
El agua permanece en los lugares que otros desdeñan.
Esto hace que se parezca al Tao.
El que conoce el principio masculino, pero se atiene al principio femenino,
es como un profundo cauce del mundo donde confluye todo bajo el cielo.
Siendo el cauce del mundo, no deja la virtud constante, y regresa a lo primordial.
Quien conoce lo luminoso, pero elige lo oscuro, se convierte en el eje del mundo.
Siendo el eje del mundo, su poder es estable y no vacila.
Y, sin moverse, vuelve al estado primordial.

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